El espectáculo de la muerte como propaganda del régimen.
Aiyoa Arroita Lafuente & Jesús Pablo Domínguez Varona
El caso que vamos a narrar hay que catalogarlo como el resultado de un crímen y por lo tanto alejado del concepto de asesinatos políticos del franquismo. Sin embargo tiene varios aspectos que lo señalan para incluirlo en la memoria histórica; la propaganda del régimen, pertenencia política de sus protagonistas y justicia militar bajo el concepto de «Consejo de Guerra».
Hasta ahora se venía afirmando que la última ejecución pública en España tuvo lugar en Murcia el 29 de marzo de 1893, en el que la víctima fue una mujer llamada Josefa Gómez. La causa de su ejecución fue que envenenó con estricnina a su esposo Tomás Huertas en la casa de huéspedes llamada La Perla, que regentaban en Murcia.
Sin embargo todos conocemos que durante el período del golpe de estado militar y la guerra civil se practicaron tanto ejecuciones extrajudiciales como «legales», mediante juicios farsa por parte del ejército sublevado, en el que las víctimas eran asesinadas a la vista de algún tipo de público. Después de acabada la guerra las ejecuciones se continuaron haciendo ya bajo su concepto de «legalidad» mediante Consejos de Guerra, principalmente con fusilamientos, más o menos públicos con gente afín al régimen, y en menor medida con la aplicación de garrote vil dentro de las prisiones de forma privada.
Tomemos solamente dos ejemplos; los prisioneros ejecutados en Bilbao, cerca de 600 personas, 34 de ellas se realizaron con garrote vil en la propia cárcel de Larrinaga. En Santander otro tanto de lo mismo, 809 fueron ejecutados por fusilamiento y 21 por garrote vil.
A los padres de «la nueva España» les gustaban esos espectáculos de ejecuciones públicas, ya que era una forma de amedrentamiento y escarnio de una parte de la sociedad que no comulgaba con ellos y había que «amenazarla» de forma directa.
Se sabe que una gran mayoría de los fusilamientos que llevaron a cabo fueron directamente presenciados por público de todas las edades, principalmente en ciudades y pueblos donde los cementerios estaban al lado. En otros casos, cuando las ejecuciones se realizaban dentro del interior de prisiones, siempre había alguien que acudía de forma voluntaria a presenciarlas o por mera invitación gubernamental.
Retirada de dos ejecutados a garrote vil en alguna prisión española.
http://amodelcastillo.blogspot.com/2018/08/garrote-vil.html
El caso más llamativo y vergonzoso son los fusilamientos que se celebraban en el foso del castillo de Pamplona a las 6 de la tarde, a la vista del público y entre el jolgorio y la fiesta de los simpatizantes del nuevo régimen franquista.
La incultura de la muerte estaba generalizada en una parte en la población y había que vivir con ella.
Tras el fin de la guerra las ejecuciones se volvieron más privadas, más ocultas a los ojos de la sociedad para dar otra imagen a los países extranjeros. Sin embargo, cuando algún caso era extremadamente llamativo para su causa, éste era publicitado como un espectáculo público.
Esto sucedió en el año 1940 en Portugalete (Bizkaia), un año después de acabar la guerra y tres después de la caída de Bizkaia.
Mapa IGN (Instituto Geográfico Nacional).
EL CRIMEN DE PORTUGALETE.
El miércoles 21 de agosto de 1940 Francisco Herrero Galán de 47 años, obrero de AHV (Altos Hornos de Vizcaya) salió de su trabajo en la factoría de Sestao con su salario semanal recién cobrado. Se fue a su casa en Portugalete a entregar a su mujer Dionisia Gutiérrez el jornal con el que mantenía a sus cuatro hijos. Se guardó una minima cantidad de dinero para sus gastos personales, para salir a tomar unos vinos por los bares y celebrar el fin de la jornada con los amigos.
Al finalizar el día, ya por la noche, se encontraba en un bar en la parte baja de Galindo-Sestao bebiendo y hablando con amigos y convecinos. Entre cháchara y vino les dieron las 3 de la mañana y salieron para que cerraran el establecimiento. A esa hora quedaban en la venta otras 9 personas, 6 de la cuales se marcharon y Francisco se quedó con las otras tres. Llenaron una bota de vino para el camino de regreso a Portugalete y salieron a la calle. Sus acompañantes eran los jóvenes Teodoro Andrés Cubillo (22 años), Esteban Gutiérrez Urcullu (23 años) e Ignacio Unzurrunzaga Trincado (18 años).
Se dirigieron a una campa de las afueras, cercana al túnel del ferrocarril minero de Galdames-Triano a «tirar» de la bota vino, pero algo se torció. La mente de sus acompañantes se nubló por alguna razón y con la premeditación de algo planificado en poco tiempo, decidieron robarle, pensando que Francisco aún llevaría consigo el importe del jornal semanal completo en los bolsillos. Para ello lo trasladaron a una campa del barrio de Albiz (Sestao) y, tras golpearlo, uno de los agresores arrancó una estaca de un cercado próximo y se la clavó repetidas veces en el pecho hasta que Francisco quedó sin vida.
No se sabe si la idea de matarlo estaba planificada desde el principio o si las cosas se torcieron por el vino y la riña. Posteriormente, registraron el cadáver y se apoderaron de veinticinco pesetas que aún le quedaban, que tras el crímen se gastaron en un bar en Urioste en Ortuella, y varios objetos personales. Una vez cometido el crímen arrastraron el cuerpo inerte de Francisco y lo arrojaron a la regata del Ballonti, casi en su confluencia con el Galindo.
Al día siguiente (22 de agosto) fue localizado el cadáver, la Guardia Civil investigó rápidamente y al poco detuvieron a los autores del crimen que se declararon culpables.
El día 29 de agosto, Ignacio, Teodoro y Esteban comparecieron ante un Consejo de Guerra constituido en el edificio de la Audiencia de Bilbao. En el juicio sumarísimo, que duró hora y media, desde las diez y media hasta las doce, y al que asistieron la viuda e hija de la víctima, el fiscal consideró el hecho de autos «como constitutivo de un delito de robo con homicidio, con las agravantes de alevosía, nocturnidad, despoblado y en cuadrilla», por lo que solicitó solemnemente para los tres procesados la pena de muerte en garrote vil.
Fotografía aérea de 1945. En linea verde el recorrido de la víctima con sus tres acompañantes la madrugada del 22 de agosto de 1940. Gráfico de Crónicas a pie de fosa.
1. Barrio Galindo-Sestao donde estaba el establecimiento de bebidas del que parten a las tres de la mañana. 2. Túnel del ferrocarril Galdames-Triano donde paran a tomar la bota de vino. 3. Campas de Albiz (Sestao) donde llevan a la víctima para robarla y donde ocurren los sucesos que originan el crímen. 4. Rio Ballonti-Galindo donde presumiblemente se deshacen del cadáver de la víctima y donde aparece después.
EL GARROTE VIL.
Mediante decreto en 1832, el rey Fernando VII abolió la pena de muerte en la horca y dispuso que, desde entonces, se ejecutase a todos los condenados a muerte mediante el garrote.
Su, simple y probado, mecanismo consistía en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola, que al girarlo causaba a la víctima la rotura del cuello. Pero ello dependía de la fuerza física del verdugo y de la resistencia del cuello del condenado. La experiencia demostró que no siempre sucedía así y la muerte solía sobrevenir por estrangulamiento que en algunos casos prolongaba la agonía del reo.
Garrote vil en el Museo de la Tortura de Toledo. Internet.
El garrote se convirtió en el método de ejecución «normal», generalmente porque se le había considerado como un instrumento de la jurisdicción civil, frente a la jurisdicción militar que usaba con más frecuencia el fusilamiento. A partir de 1959, la pena de muerte dejó de ser usada por la jurisdicción civil, pero siguió siendo usada por la jurisdicción militar, que mandaba sobre la civil, hasta el fin del franquismo. El garrote fue cayendo en desuso, pero no desapareció. Los últimos agarrotados del Estado español fueron, el 2 de marzo de 1974, Salvador Puig Antich y el alemán Georg Michael Welzel.
Representación gráfica del garrote vil.
https://academiaplay.es/10-brutales-metodos-ejecucion/
EL CRIMEN EN LA PRENSA LOCAL.
El día 29 de agosto sale a la luz pública la noticia del crímen en La Gaceta del Norte, que publica varios detalles de las diligencias de investigación y da el nombre no solo de los tres autores materiales del asesinato, sino de los supuestos complices, que no son otros que los 6 jóvenes que estaban presentes en la venta con la víctima la noche del crímen.
«UN CRIMEN BRUTAL EN PORTUGALETE.- En el rio Ballonti, cerca del lugar conocido como Galindo, en el término municipal de Portugalete, fue descubierto por la Guardia Civil el cadáver de Francisco Herrero Galán, de 47 años. casado. jornalero. El cadáver presentaba multiples heridas en la cara y cabeza, que le fueron causadas, al parecer, con un picachón. Según el dictamen médico, una vez que estaba el agredido en el suelo, fue rematado con gran ensañamiento.
La Guardia Civil ha practicado la detención de Ramón Concejo Fernández, Fermín Sanchez Montoya, José Gutiérrez Urcullu, Anselmo y Benito Andicoechea, Julio Garate Montoya, Teodoro Andrés Cubillo, Ignacio Unzurrungaza Trincado y Esteban Gutierrez Urcullu. Todos ellos son de marcada filiación izquierdista. Han declarado que el primer día de regatas el interfecto marchó a Sestao y en un establecimiento de bebidas se vió con los agresores.
Allí mismo se planeó el crímen. Los nueve sujetos decidieron robar a Herrero, pues le suponían en posesión de su jornal, recien cobrado en «La vizcaya».
La víctima fue llevada a una campa del barrio de Albiz de Portugalete. Después de abofetear y derribar al desdichado Herrero, le arrastraron bastantes metros hasta una cerca, donde uno de los agresores arrancó una gran estaca del suelo y la clavó, repetidas veces, en la cabeza y la cara de la víctima.
Después recogieron el cuerpo, ya inerte, y unas veces a hombros y otras arrastras, lo llevaron hasta el rio ballonti, donde lo dejaron abandonado. La «azaña» había valido a los criminales un billete de 25 pesetas, un puñado de tabaco, un peine y un pañuelo.
El Ignacio Unzurrungaza, que fue el que propuso el bárbaro atentado, es un carterista autor de gran número de fechorías en Bilbao, Algorta y Las Arenas, y autor también con varios de los detenidos por la Benemérita, del atraco al capitán del vapor inglés «Lottinge», al que, después de darle una paliza brutal, dejaron por muerto. De ese atraco ha sido recuperado el reloj y un par de gafas que robaron al capitán, al que también despojaron de 105 pesetas, que gastaron en vino.
La autoridad militar se hará cargo de los detenidos, una vez que terminen las diligencias iniciadas ayer.»
De dicha noticia sacamos tres conclusiones; la primera que el robo se planificó por todos los que estaban en el bar bebiendo junto con la víctima.
La segunda, que aunque entre todos lo planificaron, solo tres fueron los autores materiales del mismo. El investigador local Tasio dice al respecto de ello en el blog «El Mareometro» que «estos seis no estuvieron en el banquillo porque su responsabilidad no era tan agravante y serían juzgados más adelante con otros cargos». Desconocemos cuales fueron las diligencias efectuadas contra ellos, pero al día siguiente el propio diario «La Gaceta del Norte» publica una nueva noticia y una extraña rectificación que veremos más adelante.
Y la tercera que las autoridades enmarcan a los autores del crímen en el ambito de la política de izquierda para justificar la catadura moral de los mismos, usada como exclusa siempre por el régimen en todos los juicios.
El propio diario «La Gaceta del Norte» al día siguiente, 30, publica una nueva noticia recordando tal escabroso crímen pero con una rectificación: » Como consecuencia de un cambio de líneas – tan desdichadamente fácil en la confección de un periódico- aparecieron en nuestro número de ayer, como complicados en el hecho salvaje, seis vecinos de Sestao y Portugalete, personas dignísimas, que fueron precisamente las que, por su conocimiento directo del suceso y de los autores, participaron en el esclarecimiento del crímen, aportando al sumario sus valiosas declaraciones. Son don Ramón Concejo Fernández, don Fermín Sánchez Montoya, don José Gutiérrez Urcullu, don Julio Gárate Montoya y don Anselmo y don Benito Andicoechea, algunos de ellos combatientes voluntarios en la Cruzada de España.
Inútil creeemos decir cuan profundamente nos apena el involuntario desliz que englobó nombres que tenían en el sumario significación diametralmente opuesta. Ofrecemos a los señores Concejo, Sánchez, Gutiérrez, Gárate y Andicoechea nuestras más cordiales excusas».
Aqui vemos claramente no una metedura de pata, tal y como quiere hacernos creer el diario derechista, sino que los seis inculpados lo son por error y que son los testigos de cargo. A nosotros nos suena como un premio por delatar a sus amigos a cambio de no ir a la cárcel e incorporarse «voluntariamente» al ejército franquista. Valen más seis nuevos soldados que presos en la cárcel. Podrían ser incluso nuevas incorporaciones para la «División Azul», o bien que alguno de ellos ya fuese soldado antes del crímen y que participase en la guerra con los sublevados.
La Gaceta del Norte de los días 29, 30 y 31 de agosto de 1940 se ocupa del crímen de Portugalete y de la ejecución de los culpables.
EL CONSEJO DE GUERRA. Condena a muerte y ejecución.
Los tres inculpados no negaron su participación en el crímen ante las autoridades militares en el juicio, limitándose a echarse la culpa mútuamente. Nunca sabremos las formas por las que la Guardia Civil consiguio las autoinculpaciones, ni del estado físico en el que se presentaron los autores del crímen trás pasar por el cuartelillo.
El jucio fue sumarísimo y la sentencia inmediata, por la que se condenaba a la «ejecución pública por garrote vil» en el mismo Portugalete, la localidad donde habían nacido y vivían los condenados. De esta forma la sentencia conseguía dos cosas, la acreditación de la Guardia Civil como cuepo policial «civil» a pesar de ser militar y demostrarar que «en la España de Franco no es posible a los delincuentes escapar a la acción de la justicia, y que ésta es rápida y ejemplar».
Iñaki Unzueta cita en un artículo para El Correo en 2003 titulado «Las ejecuciones de 1940» al verdugo burgalés Gregorio Mayoral como el autor de las ejecuciones de Portugalete. El mismo artículo es reproducido después en el número 1 de «Cuadernos Portugalujos» en enero de 2006. Sin embargo Gregorio Mayoral muere en 1929, lo que impide logicamente que pueda practicar ninguna ejecución en 1940.
Garrote vil, el instrumento que utilizaba Mayoral Sendino y sus predecesores.
https://www.burgosconecta.es/2015/12/27/gregorio-mayoral-sendino-el-ultimo-verdugo-de-burgos.html
Si investigamos un poco nos daremos cuenta que tras la muerte de Mayoral la vacante de verdugo de la Audiencia de Burgos no se revueva. El libro de Iñaki Egaña «Los Crímenes de Franco en Euskal Herria 1936-1940» afirma que «La Sede de Burgos desapareció y el País Vasco pasó a depender de la Audiencia de Valladolid, en materia de ejecuciones a garrote vil. El sustituto de mayoral fue Florencio Fuentes Estébañez». Prueba de ello es la última ejecución que llevó a cabo Fuentes en junio del año 1953 en la prisión de Vitoria-Gasteiz. Su última víctima fue Juan José Trespalacios, un zapatero de Sodupe (Bizkaia), que mató a tres hermanos en Añes, pueblo del Valle de Ayala en Alava.
Sea cual fuese el verdugo encargado de las ejecuciones, la verdad es que a los pocos minutos de la sentencia, le llega la notificación para trasladarse a Bilbao para realizar su desagradable “trabajo”. Con el viajó una pesada maleta de madera con la pieza de hierro necesaria para accionar la máquina de matar y que todo el mundo conocía como «Garrote». El era el encargado de guardarla y de trasladarse con ella donde se le requiriera. Ese mismo día llegó a Bilbao acompañado por una pareja de la Guardia Civil y se presentó a la audiencia de Bilbao para trasladarlo a Portugalete.
Mientras tanto en la localidad de Portugalete se había levantado junto del viejo fuerte militar de San Roque, el cadalso de madera y el banco del garrote, sin la pieza de hierro necesaria para el ajusticiamiento. También se leyó un bando municipal en el que se avisaba y se citaba a los vecinos a participar como público en las ejecuciones. La hora fijada para ellas era al alba, a partir de las cinco y media de la mañana del día siguiente viernes 30 de agosto.
El Fuerte de San Roque abandonado y usado como infraviviendas en 1936. Euskadi Roja, 4 de abril de 1936.
Ese día el verdugo ya estaba desde muy temprano en el edificio del ayuntamiento de Portugalete con la maleta y la pieza del garrote en el interior de ella, junto a la guardia civil, la policia municipal y las fuerzas vivas de la localidad. Decían los testigos de la época que vestía un traje oscuro y un gorro de fieltro para semiocultar su rostro.
Poco antes de esa hora señalada el verdugo y la comitiva salió del ayuntamiento y marcho hacia San Roque por la calle Santa María, custodiados por la Guardia Civil. Con ellos iban cientos de vecinos a ver la ejecución. No sabemos si todos de forma voluntaria o «invitados» por las nuevas fuerzas públicas del ayuntamiento.
Los reos llegaron en una camioneta vieja de la Guardia de Asalto, sin cabina y con una larga caja cubierta por un toldo para evitar ser vistos durante el traslado.
Fuerte de San Roque en una fotografía aérea de 1945. Diez años después desaparece al construirse en su lugar un depósito de aguas, desaparecido también hace años y que hoy ocupa la plaza Dario Regoyos.
El artículo de Iñaki Unzueta, citado antes, detalla de forma espeluznante el proceso de las ejecuciones como si hubiera estado presente ese día.
«A la hora señalada, Teodoro fue el primero en ser ejecutado. El verdugo lo ató de pies y manos, le colocó un collarín en el cuello, ajustó un tornillo y girando con fuerza una manivela, desencajó y desplomó su cabeza. El procedimiento y la diligencia con Esteban fue similar. Al tercero, a Ignacio, que rehusó la confesión y escupió al suelo la hostia que le ofrecieron, dos veces tuvo el verdugo que soltarlo y ajustarle el collarín que atenazaba su pescuezo, porque, asfixiado y con convulsiones, agonizaba sin rendirse a la muerte».
Una vez cumplidas las ejecuciones y con el público aún presente, los cadáveres fueron trasladados al cementerio y enterrados a las nueve de la mañana.
La Gaceta del Norte, 31 de agosto de 1940.
FOTOGRAFIA DE CABECERA.
Fotograma de la película «El Huerto del francés» dirigida por Paul Naschy en 1978, en la que se recrea una ejecución con garrote vil. (Cambiada a blanco y negro por Crónicas a pie de fosa).
FUENTES CONSULTADAS.
https://sestao.wordpress.com/2009/06/06/las-ejecuciones-de-1940/
http://mareometro.blogspot.com/2015/11/los-tres-portugalujos-agarrotados-en.html
http://bibliotecadigitalportugaluja.blogspot.com/2014/12/cuadernos-portugalujos-n-1.html
La Gaceta del Norte. 29, 30 y 31 de agosto de 1940. (https://www.bizkaia.eus/kultura/foru_liburutegia/liburutegi_digitala/listado.asp?Tem_Codigo=2542&Idioma=CA)
http://amodelcastillo.blogspot.com/2018/08/garrote-vil.html
https://elpais.com/diario/2011/11/03/madrid/1320323061_850215.html
https://www.burgosconecta.es/2015/12/27/gregorio-mayoral-sendino-el-ultimo-verdugo-de-burgos.html
Los Crímenes de Franco en Euskal Herria. 1936-1940. Iñaki Egaña. Txalaparta. Navarra 2009.