LAS FOSAS DE LA BATALLA DE SOMORROSTRO.

¿Son Memoria Histórica o sólo historia de las Guerras Carlistas?


Aiyoa Arroita Lafuente & Jesús Pablo Domínguez Varona.


En algunas ocasiones durante actos de Memoria y conferencias relacionadas con la guerra civil, represión franquista y la exhumación de fosas comunes, nos preguntan ¿qué sucede con las fosas de las guerras carlistas?, enfrentamientos bélicos de finales del siglo XIX que ocurrieron en nuestro marco geográfico y que de alguna forma marcaron el devenir de nuestra historia más reciente.

En ésta ocasión vamos a partir de 1936,  62 años atrás,  hasta 1874 fecha en la tuvo lugar la conocida «Batalla de Somorrostro», que en realidad fueron una serie de acciones bélicas que derivaron en varias batallas alargadas en el tiempo.

El motivo de este reportaje es simplemente divulgativo, no pretende dar lecciones a nadie y si tener un conocimiento global del tema. Todo lo que explicamos en estas páginas es una recopilación de datos de distintas fuentes, que erróneas o no se han considerado siempre como una cierta verdad sobre lo sucedido. Es verdad que las crónicas antiguas ni son claras y están plagadas de interpretaciones y errores, pero los hechos están escritos y son conocidos por todos.

El reportaje comienza con la parte histórica de esa época, después una descripción detallada de la batalla basada en diversos autores con una interpretación moderna del escenario de la batalla, en el que las posibles fosas tienen su papel protagonista. Y por último la controversia entre el número real de fallecidos en la contienda y la posible existencia de esos enterramientos masivos no encontrados.

Cada autor e investigador tiene su propia teoría y nosotros no íbamos a ser distintos. Ahora toca que los lectores tengan su propia interpretación de los hechos, que conozcan los lugares y que entre todos defendamos un patrimonio que se nos está arrebatando cada día en aras de la modernidad y el desarrollo.

Imagen1Recreación de la batalla de Somorrostro. https://www.ahorainformacion.es/blog/recreacion-de-la-batalla-de-somorrostro/

LA HISTORIA.

Las guerras carlistas fueron una serie de contiendas civiles que tuvieron lugar en nuestro país a lo largo del siglo XIX. La principal razón de la lucha fue la disputa por el trono, sin embargo también fue un enfrentamiento de ideologías políticas distintas y antagónicas de la época, el Carlismo y el Liberalismo.

El rey borbónico Fernando VII tenía un gran problema sucesorio al no disponer de descendencia masculina directa, así que promulgó en 1830 la Pragmática Sanción, por la que derogó el Reglamento de Sucesión de 1713, aprobado por Felipe V y comúnmente denominado “Ley Sálica”, que impedía a las mujeres acceder al trono. La Ley se cambia en beneficio Real, ya que a los pocos meses, su cuarta esposa dio a luz a una niña a la que llamaron Isabel y a la que proclamaron Princesa de Asturias, heredera al trono de España.

En 1832, Fernando VII cayó gravemente enfermo y los seguidores de su hermano, Carlos María Isidro de Borbón, consiguieron que el rey firmara la derogación de la Pragmática, lo que supondría que éste heredaría el trono. Pero, recuperado de la enfermedad, Fernando VII tuvo el tiempo justo para restablecer la validez de la Pragmática Sanción antes de su muerte el 29 de septiembre de 1833 y hacer de su hija Isabel nuevamente heredera de la Corona.

Como Isabel sólo contaba en ese momento tres años de edad, su madre María Cristina de Borbón asumió la regencia, llegando a un acuerdo con los liberales para preservar el trono de su hija frente al alzamiento de los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón.

Estos se denominaron carlistas y eran favorables del absolutismo y defensores de las tradiciones antiguas. Entre ellos se encontraban pequeños propietarios empobrecidos y artesanos arruinados, sobre todo del mundo rural, que recelaban de las reformas, pero también miembros de la pequeña nobleza y parte del clero.

Los liberales fueron partidarios de Isabel, hija y legítima heredera de Fernando VII, también llamados isabelinos o cristinos (por la regente Cristina) y encontraron seguidores entre la población urbana, la burguesía y amplios sectores de la nobleza.

Ambas causas, el problema sucesorio y las pasiones políticas llevadas al extremo de carlistas y liberales ocasionaron tres episodios bélicos civiles conocidos como Guerras Carlistas.

La Iª Guerra Carlista, llamada también “de los siete años” (1833-1839), acabará tras una cruenta pérdida de vidas humanas con el Convenio de Bergara, entre el general isabelino Espartero y trece representantes del general carlista Maroto en Oñate (Gipuzkoa). Se terminó con la firma de la paz y el famoso “abrazo de Bergara” entre ambos. Ello supuso el compromiso de Espartero de defender ante el Gobierno de la nación el mantenimiento de los Fueros en las provincias vascas y Navarra e integrar a la oficialidad carlista en el ejército liberal.

Los desacuerdos políticos y sociales crearon nuevamente conflictos armados en 1846-1849, en zonas como Cataluña y Granada que son, considerados como las IIª Guerras Carlistas por los historiadores. Sin embargo quedaron alejadas de nuestro territorio. Igualmente hay otros alzamientos militares carlistas durante los años 1855, 1860 y 1869 que no llegaron a afectar a nuestras provincias.

El descontento carlista va en aumento y en 1872 se fragua el desastre en la localidad de Oroquieta (Navarra). Allí se fraguó la IIIª Guerra Carlista que llegaría al año siguiente.

LAS TRPOAS CARLISTAS Nº 80003aD. Alfonso Carlos, Dña. Margarita y D. Carlos (VII) vestido de Capitán General. Archivo Sierra Sesumaga.

El pretendiente Carlos VII cruzó el 2 de mayo la frontera desde Francia y ordenó al ejército carlista  aumentar y expandirse por el territorio vasco-navarro. Los liberales tenían que impedirlo y se organizaron rápidamente.

La guerra comenzó con el ataque liberal a la localidad de Oroquieta donde las tropas carlistas estaban desperdigadas por los pueblos vecinos. A pesar de que las tropas carlistas en un principio pudieron resistir y el general Ollo llegó desde Elzaburu con más tropas. La artillería liberal fue decisiva, haciendo huir a los carlistas que se retiraron en completo desorden. Los liberales hicieron más de 700 prisioneros y don Carlos escapó al galope, a punto de ser capturado y teniendo que cruzar la frontera.

No volvería hasta casi un año después. Una nueva firma de paz tuvo lugar en Bizkaia, con el llamado “Convenio de Amorebieta”. Ese tratado incomodó a ambas partes y creó nuevamente el caldo de cultivo para la insurrección carlista definitiva.

La tercera guerra carlista ocurrió entre 1872 y 1876, entre los partidarios de Carlos y los gobiernos de Amadeo I, de la I República y de Alfonso XII. Esta guerra civil se desarrolló sobre todo en el País Vasco, Navarra y Cataluña.

Hubo varias batallas a lo largo de toda la geografía, destacando a parte de Oroquieta, la de San Marcial en Irún (Gipuzkoa), el sitio de Bilbao (Bizkaia), batalla de Villafranca de Ordizia (Gipuzkoa), Somorrostro (Bizkaia), etc.

Había comenzado la IIIª Guerra Carlista y el teatro de operaciones militares quedaría enmarcado en las provincias vascas y Navarra. A estas guerras civiles se las llama “3ª Guerras Carlistas”, aunque en realidad son las segundas que ocurren en nuestro territorio.

En 1873 entra nuevamente el pretendiente Carlos VII en Navarra y de inmediato se traslada la ofensiva carlista a Bizkaia, donde con el mando del general Doregaray se logra tomar Bizkaia y sitiar la capital Bilbao, en 1874, quedando los liberales encerrados dentro.

Bilbao es bombardeada por baterías y morteros del marqués de Valdespina que no rompen su moral ni el sitio durante 125 días, hasta que el 2 de mayo será liberada la Villa por el General Concha. Mientras duró el Sitio y para impedir que se socorriera a la Villa, aislada desde la toma del cercano Portugalete, los carlistas concentraron sus tropas en el Valle de Somorrostro, al considerar que el territorio de Abanto-Zierbena guardaba las llaves de entrar a Bilbao y tener el prestigio internacional de tener una capital de provincia bajo su control. Además los bancos que les habían prestado dinero querían una ciudad importante con dominio carlista como aval.

tropas-liberales-tercera-guerra-carlista-museo-de-san-telmoTropas liberales de la Tercera Guerra Carlista (1873-1876). Propiedad del Museo San Telmo. https://bitacoradepedromorgan.wordpress.com/2011/03/26/los-objetos-del-recuerdo-muestra-virtual-sobre-las-guerras-del-siglo-xix/

LA BATALLA DE SOMORROSTRO.

La primera batalla se la conoce como de “San Pedro de Abanto” y se desarrolló el 24 y 25 de febrero de 1874. Los militares republicanos liberales estaban acampados en el pueblo San Román de Muskiz y la Rigada. También ocupan las campas junto a la carretera hacia la frontera de Cantabria por Castro Urdiales. Dominaban las alturas con emplazamiento de baterías de artillería en los montes Peña Corvera, Mello, Janeo y Pico Ramos

Las defensas carlistas tenían su cuartel general en Sanfuentes y una línea de fortificaciones atrincheradas y parapetos que comenzaban en Montaño, seguían por Murrieta, San Pedro, Santa Juliana, La Mina Rubia (la actual subida al barrio de La Balastera) dominando el barrio de Putxeta, y otra serie de fortificaciones a lo largo de los montes de Triano, siguiendo en altura la vía del ferrocarril minero de Galdames (actual vía verde) hasta el barrio de Las Cortes.

Los carlistas carecían de artillería apuntando hacia los liberales, ya que la habían reservado para bombardear Bilbao. Por ello, los defensores de las posiciones de Las Cortes, Santa Juliana, San Pedro y Montaño, sólo contaban la ventaja de posición en las alturas para defenderse. También tenían un campamento en una pequeña meseta en los montes de Triano, conocida hoy como «Los Campamentos».

En total, en el campo previo a la batalla, había 38 batallones liberales con sus modernos cañones Krupp y los carlistas con 18 batallones mal armados y con escasos y antiguos cañones. En total se enfrentaron cerca de 50.000 hombres, divididos en dos ejércitos; unos 30.000 por los liberales frente a cerca de 20.000 hombres por los carlistas.

El ejército liberal era el «oficial» del gobierno republicano de Madrid, un ejército pertrechado, adiestrado militarmente y debidamente uniformado. Se le reconocía por sus uniformes pardos y sus gorros tipo ros ó quepis. Los carlistas les llamaban despectivamente «guiris», apelativo que  daban a los soldados liberales, muchos de ellos extranjeros, enrolados en la Guardia Real de Infantería y que llevaban en sus gorros o morriones una chapa con las siglas ‘GRI’.

Por su parte los carlistas iban mal uniformados en sus tropas de base o infantería, muchos de ellos con su vestimenta de civil mezclada con algún elemento militar arrebatado al enemigo. El armamento era escaso y antiguo, algunos aún de abancarga que lanzaba munición esférica y se cargaba «por delante». Llevaban la típica boina, una txapela roja de gran vuelo que les diferenciaba del resto en el campo de batalla.

La acción militar comenzó el 25 de febrero cuando el ejército liberal atraviesa el río Barbadúm desde Muskiz y sube atacando de frente, lomas arriba, hacia la posición carlista de San Pedro de Abanto, bien fortificada, en lugar elevado y con amplia visibilidad sobre el enemigo.

plano.05aAcción de Somorrostro el 25 de febrero de 1874 en el centro el Montaño y el valle de Somorrostro, a la derecha posiciones carlistas.  Fragmento de «Reproducción del panorama de la Guerra Civil en el Norte», Madrid, [1875] de los artistas Plá y Pellicer. Archivo de Navarra.

Las tropas liberales intentaron alcanzar las alturas de Montaño y San Pedro de Abanto, por la pendiente más difícil.  La batalla fue muy dura, se hacía fuego de fusil a corta distancia y llegados al extremo se luchó a bayoneta calada, cuerpo a cuerpo.  Sin posibilidad de tomar la cumbre del Montaño las tropas liberales se retiran con numerosas bajas.  Algunos autores afirman que las bajas carlistas se estimaron en 600 y las liberales en 2000, que no quiere decir necesariamente muertos, ya que incluye a los heridos.

Después de dos días de combates, ambos ejércitos volvieron a sus posiciones iniciales. Las Carreras y Putxeta en Abanto-Zierbena se encontraban en «tierra de nadie» entre las posiciones de ambos ejércitos enfrentados. Con el fin de estas acciones de febrero se iniciaba una tensa calma de casi un mes, que utilizaron ambos bandos para rearmarse y afianzar posiciones, no sin dejar de hostigarse mutuamente  y ocasionando nuevas bajas y muertos.

La derrota liberal en ese primer combate supuso la destitución del general al mando Moriones.

001184Antes de la batalla. Campamento en las avanzadas del ejército. Posíblemente por la orientación, campamento de Las Carreras. «La Ilustración Española y Americana». Año XVIII, Número XVII.

Casi un mes después ambos ejércitos continuan en las mismas posiciones y se miran de un lado a otro del Valle de Somorrostro frente a frente. El ejército liberal tiene las posiciones de La Rigada, Janeo, Peña Corvera, Mello y en Pico Ramos habían instalado cañones de tipo Krupp y Plasencia (2,5 kilómetros de alcance). Los carlistas estan atrincherados en Montaño, Murrieta, San Pedro, Santa Juliana y Las Cortes.

Por parte del ejército liberal acudieron a la batalla el general Serrano, presidente del gobierno y jefe máximo con los generales Primo de Rivera (ataque a Las Cortes), Loma (ataque a Las Carreras) y López de Letona (ataque a Montaño).

Por parte de los carlistas con los generales Ollo y Rada (defendiendo San Pedro, Sanfuentes y Murrieta), Andechaga (defendiendo Zierbena y el Montaño) y Lizarraga (defendiendo Las Cortes y los montes de Triano).

La segunda batalla de Somorrostro se realizó el 25 de marzo y duró varios días. Las lineas de trincheras carlistas se extendían hasta la parte alta del Montaño de forma escalonada. El mismo monte tenía tres lineas de defensa concéntricas que comenzaban en la base y alcanzaban la misma cima. También habían talado de árboles la parte de Santa Juliana de Abanto, al otro lado de la carretera, frente a San Pedro. De esta forma dominaban visualmente los dos accesos al Valle de Abanto y controlaban la vía principal. Las trincheras por el otro lado subían hasta el barrio de Triano, emplazadas en plena zona de explotación minera.

El 25 por la mañana, el ejército liberal inició otra ofensiva con un diseño de ataque muy parecido al fracasado intento anterior. Se realizaron tres asaltos. Uno de ellos tuvo como objetivo el avance sobre las posiciones carlistas de los Montes de Triano a través del barrio de Las Cortes. Las tropas se desplegaron utilizando la vía del tren minero a Galdames y a través del portillo de Cortes y asaltaron en vertical las posiciones carlistas en las alturas. Una columna avanzó por el río Cotorrio para la toma de Putxeta, otra columna tomó Las Carreras para instalar las baterías y asaltar Murrieta y San Pedro de Abanto. Por la izquierda se avanzó por la vega para asaltar Montaño y La Guija por la vaguada de Mantres como en el mes de febrero.

Los combates produjeron bajas en uno y otro bando, sobre todo el día 27 en el barrio de Murrieta, acceso natural al Montaño, el propio Montaño y la iglesia de San Pedro que quedó totalmente destruida por la artillería. El frente de combate ocupaba una línea aproximada de 11 kilómetros. Durante esa jornada y las siguientes el ejército liberal del general Loma tomó Las Carreras y en los días posteriores, tras la batalla, estableció un campamento con piezas de artillería en los Altos de El Campón (Alto Calero) y el pinar de San Lorenzo. Las piezas de artillería las trasladaron por la carretera desde el cuartel general de La Rigada a medida que iban avanzando las tropas. Las tropas se hallan a poco más de un kilómetro de San Pedro de Abanto.

plano.08aToma de Murrieta el 27 de marzo. Carga de bayoneta bajo el fuego de todas las posiciones enemigas. Caen heridos los generales Loma a la derecha. Primo de Rivera al fondo. Fragmento de «Reproducción del panorama de la Guerra Civil en el Norte», Madrid, [1875] de los artistas Plá y Pellicer. Archivo de Navarra.

Se emplazan piezas de artillería de grueso calibre en las alturas conquistadas por las tropas, frente a Santa Juliana y San Pedro  de Abanto. Hay dispuestas para batir las posiciones carlistas 14 piezas Krupp, 4 Plasencia, 4 de a 12 y otras 4 de a 16. Para defenderse los carlistas solo cuentan con las trincheras fortificadas y sus batallones de infantería.

El cuartel general y la plana mayor carlista, con Don Carlos a la cabeza, estaba en una explanada elevada junto a San Fuentes, en zona de retaguardia. Desde allí veían y controlaban los movimientos liberales. En ese lugar una granada de cañón liberal alcanzó de lleno a los generales carlistas Ollo y el navarro Rada que mueren.

Los combates de esos días hicieron miles de bajas, sobre todo en el bando liberal, pero los carlistas a pesar de su resistencia quedaron en una posición muy delicada, sin tropas de refresco, con pocas armas y menos municiones.

Hay crónicas que hablan que las batallas de Somorrostro causaron en ambos bandos más de 8000 bajas, mientras otros afirman que pueden llegar a 11.000. Parece ser que esa cifra indicaría números totales de la campaña de Somorrostro a lo largo de las acciones de todo el mes  y no sólo de los días últimos de los combates. Además las cifras incluirían las bajas de todos los lugares donde se desarrollaron combates fuera del campo de Somorrostro pero pertenecientes a toda la campaña de Somorrostro.

Sea como fuere, se sabe por un acta municipal, que hubo una tregua de varios días para que los vecinos y soldados de ambos ejércitos pudieran enterrar los cuerpos de los supuestos «miles» de muertos de ambos bandos. El lugar apestaba a muerte y el ambiente tras varios días al aire de los fallecidos hacían peligrar la salubridad del agua y la de los propios habitantes. Se afirma que «se cavaron grandes zanjas en varios lugares a modo de fosas funerarias, donde enterraron los cuerpos por miles».

Miguel de Unamuno escribe de primera mano en «Paz en la Guerra» (1895); «Reunidos unos y otros en campo neutral, para dar sepultura a los muertos, habían abierto grandes zanjas en que los echaron como quien sotierra langosta, sin el último beso de sus madres, blancos y negros, en la santa fraternidad de la muerte, a descansar siempre en paz en el seno del campo de combate, regado con su sangre».

Después de la tregua se cambió el teatro de operaciones a otra zona distinta y el  Valle de Somorrostro dejó de tener interés estratégico para los liberales.

Durante todo el año continúan las escaramuzas por varias zonas hasta que finalmente Portugalete, que llegó a ser conquistado por los carlistas, y Bilbao son recuperadas de los asedios. En febrero de 1876 los carlistas sufren su mayor derrota y, como ultimo recurso, huye nuevamente Carlos de España.

Sin títuloAtlas topográfico de la narración militar de la Guerra Carlista de 1869 a 1876 Cuerpo de E.M. del Ejército. Biblioteca Digital Hispánica- Biblioteca Nacional de España

LA RECREACION HISTORICA.

El pasado 26 de mayo de 2018 año se realizó por vez primera la recreación histórica de la «Batalla de Somorrostro», organizada por el Centro Trueba y la colaboración de los Ayuntamientos de Muskiz y Abanto-Zierbena, el Museo Minero, las asociaciones culturales Alen, Gurguxa,  Punta Lucero y la agrupación de usuarios de los Montes de Triano.

Fue una jornada lúdico festiva en la que el público y los más de 150 participantes, ataviados con uniformes y armas de época, recrearon bajo el humo de la pólvora uno de los episodios más sangrientos de las Enkartaciones. El lugar elegido fue la zona entre el campo de fútbol Mortuero y la cima de la ladera del San Pedro de Abanto, plagada aún de trincheras donde dejaron la vida tanto atacantes liberales como defensores carlistas. No sólo fue un acto cultural, sino reivindicativo, alejado de connotaciones militaristas. «No somos puristas. No nos obsesiona hacer una recreación completamente fiel ni lucir unos uniformes. Esto forma parte de una campaña de divulgación para dar a conocer esta batalla que lo cambió todo para Las Encartaciones», explicó el director del Centro Trueba, Ricardo Santamaría a el diario «El Correo». También recordó como tras la disputa los encartados perdieron, entre otros privilegios, el derecho exclusivo sobre sus montes. Con ello vendría el expolio de los mismos, lo que puso fin a la venaquería.

batalla-somorrostgro-2018-0012Recreadores y público de la «Batalla de Somorrostro». Fotografía propiedad de harresi.org  https://harresi.org/2018/05/30/recreacion-la-batalla-de-somorrostro/

LAS FOSAS DE LA BATALLA.

A pesar de la gran cantidad de muertos que fueron enterrados, que según diversas opiniones sitúan entre 8.000 y 11.000, los lugares quedaron en el secreto de las mentes que lo llevaron a cabo, no haciéndose registro ni de cuántos ni de dónde enterraron los cadáveres.

A nuestro entender la cifra de 11.000 muertos esta muy exagerada, no si decimos que son 11.000 bajas (muertos y heridos). Hay que partir de la base que solo en la batalla del día 26 febrero en el asalto a la colina de San Pedro de Abanto, hubo unas 2000 bajas solo del lado de los atacantes liberales.  Entre ellos un batallón de Infantería de Marina liberal quedó totalmente diezmado en ese asalto.

Hay que tener en cuenta una cosa fundamental, las bajas no son necesariamente muertos, pues incluyen también a los heridos. El término militar de «bajas» indica el número de soldados imposibilitados para continuar luchando. No sabemos el número real de muertos, pero siempre corresponde a una parte inferior a la mitad de bajas totales. Otra cosa es que con el paso de los días, los heridos mueran a causa de sus heridas y aumenten el número de muertos mientras el de heridos disminuye. Cuestión de lógica.

Teniendo en cuenta que los muertos se producen durante toda la campaña de Somorrostro y en distintos lugares, podríamos hablan en general de esos 8.000 caídos en combate y por causa de sus heridas. Estos últimos se entierran en los cementerios más cercanos a su fallecimiento, durante días y semanas después. Los que nos ocupan, son los fallecidos durante la batalla de esos tres días del 25, 26 y 27 de marzo y que necesariamente se entierran en los lugares cercanos a donde han caído. La cifra real, en nuestra modesta opinión, podría acercarse a las 4.000 bajas si juntamos los de los dos ejércitos enfrentados. La proporción de muertos en combate directos esos días podría llegar o superar los 2000 como una cifra más aceptable.

Montaño 01Posición carlista del Montaño. En primer término las ruinas de San Pedro de Abanto. Fotografía propia.

Hoy en día varios investigadores, entre los que nos encontramos, tratan de localizar esas fosas, si es que existen, olvidadas en la historia. Algunos como el presidente honorario del Museo Minero de Gallarta (Abanto y Zierbena), Carmelo Uriarte nos recuerda, siempre que puede a los que trabajamos para la Memoria Histórica, que nos impliquemos más en la búsqueda de esa fosas de las guerras carlistas en el campo bélico de Somorrostro. Nos pregunta,  ¿no son Memoria Histórica y no tienen derechos esas personas enterradas para tratar de ser exhumadas y recuperadas?.

La realidad es otra, por mucho que creamos que tiene razón, la Ley de Memoria Histórica de Zapatero (50/2007 del 26 de diciembre) del año 2007 dice y señala en su artículo nº 1 que: “La presente Ley tiene por objeto reconocer y ampliar derechos a favor de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas, ideológicas, o de creencia religiosa, durante la Guerra Civil y la Dictadura, promover su reparación moral y la recuperación de su memoria personal y familiar, y adoptar medidas complementarias destinadas a suprimir elementos de división entre los ciudadanos, todo ello con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones de españoles en torno a los principios, valores y libertades constitucionales”.

Con la Ley en la mano las guerras carlistas, ocurridas más de 60 años antes del inicio de la guerra civil de 1936, no tienen ningún amparo ni reconocimiento. Es más, ni tan siquiera las fosas o represaliados dos años antes durante la revolución de octubre de 1934 tienen cabida legal. En la práctica, el límite comienza el 16 de julio de 1936 y acaba en 20 de noviembre de 1975 con la muerte del dictador Franco, con algunas ampliaciones concretas hasta 1977 con el artículo nº 10 “Reconocimiento en favor de personas fallecidas en defensa de la democracia durante el período comprendido entre 1 de enero de 1968 y 6 de octubre de 1977”.

Sin embargo, fuera del alcance de esa Ley, seguimos buscando las fosas de las guerras carlistas si es que aún queda alguna que no se haya hecho desaparecer en obras pasadas o en las próximas que se hagan.

Ahora mismo hay planificado un macro-proyecto de parque industrial tecnológico amparado por la Diputación de Bizkaia, Gobierno Vasco y el Ayuntamiento de Abanto- Zierbena en una zona importante donde ocurrieron esos combates y que pudieran albergar fosas, además de otros elementos estructurales bélicos como trincheras o el propio campo de operaciones militares. La sociedad Parque Tecnológico/Teknologi Elkartegia SA ha suscrito un convenio con las administraciones vizcaínas y vasca para sacar adelante un proyecto de 60,4 millones de euros de inversión pública hasta 2022 que va a llevar la remoción de terreno y urbanización de 505.361 metros cuadrados disponibles en el barrio de San Pedro, todo ello dentro del área de la batalla de Somorrostro.

En un primer momento y con la información que teníamos disponible, dijimos que las Instituciones no tenían intención de buscar ni proteger la zona de la batalla en las futuras obras a falta de una declaración de «zona de presunción arqueológica». Ello obligaría a investigar y contar durante las obras con un equipo de arqueólogos de alguna empresa contratada a tal efecto por los promotores de la obras y un seguimiento por parte de los arqueólogos técnicos de Patrimonio de la Diputación.

Sin embargo, días después de la publicación del reportaje, nos han llegado nuevas noticias que afirman todo lo contrario y por ello hacemos las correcciones oportunas.

El área que nos ocupa si ha sido declarada zona de presunción arqueológica por el Gobierno Vasco recientemente. Además el «Boletín de Bizkaia» del 25 de julio de 2018 publica la ORDEN FORAL de la diputada foral de Sostenibilidad y Medio Natural 3496/2018, de 9 de julio, por la que se resuelve formular informe de impacto ambiental del Proyecto de Trazado del acceso al campus del Parque Tecnológico de Ezkerraldea/Meatzaldea (referencia EIA-1803). En ella la Dirección General de Cultura del Departamento de Euskera y Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia dice:

«Confirma la existencia de la Zona de Presunción Arqueológica relacionada con la batalla de Somorrostro (1874) en el marco de la Tercera Guerra Carlista. Consideran imprescindible la realización de un estudio arqueológico previo con el fin de identificar las evidencias constructivas, los materiales o las fosas comunes originadas en la citada confrontación bélica. Asimismo, recomiendan la consulta al Centro de Patrimonio Cultural Vasco».

También hemos conocido que los trabajos arqueológicos han comenzado bajo la dirección de Alfredo Moraza de Aranzadi en julio de 2018 y continuarán en la medida que vayan avanzado las obras del polígono.

De ésta forma se evitará un autentico expolio que se enterraría bajo toneladas de tierra y cemento una parte de nuestra historia y con ella la dignidad de los que dieron su vida en aquellas batallas.

Es de suponer que no sólo se habría una única fosa, ya lo dicen las crónicas “…se cavaron grandes zanjas en varios lugares…”. Eso indica varias fosas en distintas áreas de combate y agrupadas en relación con la cantidad de muertos recogidos en cada zona. También es importante señalar que no debieron ser fosas al estilo de lo que estamos acostumbrados a ver y excavar relacionadas con la guerra civil y represión franquista, sino que serían en todo caso zanjas alargadas en las que se alinearían los cadáveres. La dureza del terreno marcaría la profundidad y la largura de las mismas.

prensa_0224a28 de marzo de 1984. Enterramiento de los cadáveres, después de las batallas de Somorrostro. «El Estandarte real : revista político militar». Año II. Nº 12 , marzo 1890. Barcelona.

Para conocer más sobre el asunto, nos hemos puesto en contacto con RicardoSantamaría, que lleva muchos años investigando y divulgando todo lo acontecido en aquella batalla. Pertenece a El Centro de Documentación y Divulgación de las Encartaciones TRUEBA de Abanto-Zierbena. Ricardo, como arqueólogo, es muy crítico no solo con la existencia o no de fosas, sino con la falta de interés de las Instituciones públicas y empresas privadas por proteger un escenario bélico militar de primer orden.

Su primera impresión sobre la batalla es que los números reales de muertos nunca lo sabremos con total seguridad, además de que también cree que están inflados.

En aquella época había la costumbre de quemar los cadáveres en pilas una vez que se desnudaban para recuperar uniformes y correajes militares. Cabe la posibilidad de que no todos los miles de cadáveres  se enterraron, sino que algunos pudieron ser pasto del fuego. Sin embargo hasta el momento solo hay un caso documentado mediante testimonios orales, pasados de padres a hijos, de quema de cadáveres. Ricardo Santamaría nos relata que en una casa del barrio de Murrieta, lugar de encarnizados combates, se optó por meter los cuerpos de los muertos cercanos entre las ruinas de una casa destruida por la batalla y darles fuego.

Esparcir cal en la fosa para evitar enfermedades y hacer desaparecer los restos rápidamente, parece ser que también pudo llevarse a cabo. Ambos escenarios, la quema de algunos soldados muertos en la batalla y el uso de cal en los enterramientos es posiblemente una consecuencia directa de que no se hayan encontrado rastro alguno de fosas. Además Ricardo nos señala tal vez la causa mas importante y que hasta ahora nadie ha tenido en cuenta, la posibilidad de que los enterramientos se hiciesen en las propias trincheras. Esa información tan relevante es fundamental si tenemos en cuenta que todo el campo de batalla, entre la zona de Mortuero en Las Carreras hasta Murrieta, Mantres, San Pedro y trasera de San Pedro hacia Sanfuentes, estaba totalmente atrincherada de forma lineal y escalonada. En total eran cientos de metros de zanjas para trincheras en los que muy posiblemente sería factible y lógico enterrar a todos los muertos en combate. Algunas a causa de la dureza del terreno podrían ser de poca profundidad, pero otras se tiene constancia de que eran profundas hasta la cabeza de los soldados.

202. San Pedro de Suso 02Colina de San Pedro de Abanto donde aún se ven los trazos de las trincheras  escalonadas carlistas enmascaradas por la vegetación. Fotografía propia.

La propia prensa de la época, la revista politico-militar «Estandarte Real» año 2, nº 12 de marzo de 1890, nos informa donde se enterró tras la tregua bélica: «…las faldas de las colinas albergan en mal cubiertas zanjas montones de cadáveres, además de los que se han enterrado en su vientre las aves de rapiña». Por lo tanto no estamos como suponíamos ante fosas preparadas, sino ante zanjas poco profundas al pie de las colinas, las propias  trincheras a nuestro entender.

Pirala A.  escribe en «Historia contemporánea, Segunda parte de la Guerra Civil. Tomo 3»:

«[…] pero en ninguna parte se presentó espectáculo más horrible que en nn prado entre las Carreras y San Pedro Abanto, al pie de la eminencia de éste, y en cuyo espacio había dos ó tres filas de cadáveres unos encima de otros. «A su vista por más que nos repugnara, dice un testigo ocular, tuvimos qae acostumbrarnos; pues reducido el batallón á pasar la noche en una inmediata casa deshabitada, tuvimos que comer y dormir junto á ellos, llegando á tal punto la familiaridad del soldado, que careciendo de algunas prendas ó efectos perdidos en la batalla, despojaba de ellos á los muertos» […] «Estos cadaveres quedaron enterrados sobre el terreno en cinco grandes fosas, y en otros puntos, […] en una de ellas estuvimos entre San Pedro y Murrieta y había cadáveres mezclados de unos y otros […]»

También se han realizado rastreos electromagnéticos con detectores de metales para tratar de dar con las fosas a través de los objetos militares que portaban los cuerpos, igual que hacemos hoy en día con las fosas de la guerra civil en Euskadi. Sin embargo la poca importancia de los restos metálicos hallados, sin ninguna conexión asociada a restos óseos humanos, hacen que se siga sin dar con ellas.

Uno de esos proyectos de rastreo se llevó a cabo por el equipo de Jesús Angel Arrate Jorrin, Alberto Rubio Olmedo y Angel Astorqui Hernandez, titulado «Batallas de Somorrostro, 1874; viejas guerras nuevas tecnologías» y publicado en 2014 por la revista de Paleoantropología  de la Diputación Foral de Bizkaia KOBIE . La publicación dice que «fue el primer trabajo que de forma específica aborda el estudio arqueológico de un campo de batalla de la última Guerra Carlista (1872-1876) en la CAPV, se presentan las bases de una metodología de trabajo que utiliza la prospección geofísica de detección metálica, los Sistemas de Posicionamiento Global y Sistemas de Información Geográfica, extrapolable a cualquier estudio arqueológico que contemple la posibilidad de presencia de elementos metálicos o como complemento a la tradicional prospección arqueológica».

Los objetivos del proyecto no era localizar las posibles fosas del campo de la batalla de Somorrostro, sino el «Establecimiento de una metodología de trabajo fundamentada en la “arqueología de los campos de batalla”, susceptible de ser aplicada en otros campos que precisen de estudios que combinen la prospección geofísica, los Sistemas de Posición Global (GPS) y los Sistemas de Información Geográfica (SIG), la Recuperación, georeferención, estudio y conservación de materiales relacionados con las “Batallas de Somorrostro”, creación de una geobase de datos, de forma que se disponga de una herramienta rápida y eficaz para el trazado de mapas de hallazgos y que permita una mejor gestión del patrimonio bélico inventariado, corroborar afirmaciones y desarrollo de las acciones bélicas registradas en la distinta bibliografía a través de la interpretación de los hallazgos arqueológicos y establecimiento de zonas susceptibles de ser protegidas».

Durante el proyecto de rastreo se eligieron varias zonas del extenso campo de batalla para ello; Pico Ramos, Los Campamentos, Moruecos-Cabañas, Portillo de Las Cortes, San Pedro, Murrieta, Mantres, San Andrés y Portillo de la Ojeda. Las labores de prospección afectaron a una superficie superior a los 18.000 m2 donde se  localizaron un total de 718 piezas metálicas, de las cuales, el 90% está claramente asociadas al periodo de las batallas. Y por último geolocalizaron un total de 800 metros de trincheras todavía visibles.

47.00Posición carlista del Montaño vista desde la posición liberal de Pico Ramos, donde estaban emplazadas baterías de cañones de artilleria. Fotografía propia.

A pesar del magnífico trabajo llevado acabo no se consiguió localizar ningún resto óseo asociados a los objetos metálicos. Ni ellos ni nadie que sepamos con estas técnicas ni con otras.  La propia acidez del terreno y la humedad han podido hacer desaparecer la totalidad de los restos óseos humanos de pequeño tamaño y solo tal vez mediante alguna excavación arqueológica, en algún punto de esa red de trincheras que aún se ven colmatadas de tierra y jaros, se pudieran hallar huesos largos o alguna mandíbula.

Si analizamos cuidadosamente esa red de trincheras podemos intuir los lugares donde pudo necesariamente haber una gran mortandad por las cargas y asaltos, comenzando en primer lugar por la colina de San Pedro de Abanto. En este lugar se documenta la muerte de cientos, por no decir más de un millar de soldados de ambos bandos enfrentados, principalmente del atacante liberal. Lo lógico es pensar que en esas trincheras escalonadas que jalonan esa loma pueda ser uno de los lugares donde se enterró a todos los muertos, en la medida de que es más fácil arrastrar y bajar los cuerpos que subirlos. Allí mismo esta el camino viejo de San Pedro también conocido como «cuesta de los muertos».

Otras zonas de interés están más abajo entre Mortuero (posición liberal en Las Carreras) y San Pedro, el arroyo La Barcena. Arriba al Norte el barrio de La Barcena y el de Murrieta, otro de los escenarios cruentos de los combates y también posición carlista en los primeros asaltos.

Sobre los años 20, durante la construcción del campo de fútbol  Mortuero, en el barrio de Las Carreras de Abanto-Zierbena, aparecieron huesos que muchos achacaron a restos de los soldados y a una posible fosa en ese lugar. De ahí el topónimo “Mortuero”, lugar de muertos o cementerio. Sin embargo otros historiadores dicen que no tiene nada que ver y que ese topónimo procede de la edad media dignificando una designación de terrenos que pasaban a titularidad real cuando su dueño fallecía sin descendencia.

A pesar de ello se tiene una referencia escrita de Apalategi que dice que en una excursión que realiza a Somorrostro en 1927 le cuentan que «en el campo de fútbol de Las Carreras hay muchos enterrados».

DSC08750Campo de fútbol del Mortuero en las Carreras de Abanto-Zierbena. http://km-130.blogspot.com/2012/12/paz-en-la-guerra-escenarios-de-la.html

De todas formas “Mortuero” está en esa zona cercana a las lineas de trincheras carlistas,  en zona llana, a poca distancia tanto de Murrieta como de la ladera de San Pedro y área posiblemente neutral para enterrar los soldados de ambos ejércitos enfrentados.

Toda la zona desde Mortuero hasta Murrieta, Mantres, Montaño, Sanfuentes y San Pedro estaban jalonadas de trincheras. Solo el Montaño tiene tres lineas concéntricas de trincheras que continuaban por la ladera y atravesaban un collado hasta Mantres.  Ese collado existió hasta hace pocos años cuando se construyó la enorme zanja por donde discurre la autovía de Bilbao-Santander.  Pero no solo la autovía ha podido destruir trincheras o posibles fosas sino también las subestaciones eléctricas cercanas en Mantres y Avellanedo, emplazadas en la zona natural de acceso al Montaño.  Hay constancia que se recogieron sacos de materiales de guerra por los lugareños durante las obras en la de Mantres en 2007, sin el menor interés y vigilancia de las Instituciones. También afectaron al campo de batalla el tendido eléctrico en el Montaño en el 2011, gaseoducto Bilbao-Treto y colector de Santa Juliana en el 2012. Tampoco podemos descartar que la propia Petronor en sus sucesivas ampliaciones hacia el barrio de las Carreras haya hecho desaparecer trincheras o fosas, en una época donde el patrimonio histórico y natural importaba poco o nada a nuestros gobernantes y mucho los beneficios económicos privados.

A pesar de todo, hoy en día aún quedan zonas libres que son fincas de pastos, no alteradas por el hombre y que con suerte quedan restos de trincheras como posible campo de investigación para saber si contienen los muertos de la batalla.

collageDiverso material localizado en Pico Ramos (posición de artilleria liberal), compuesto por emblema, botones, monedas, balas, casquillos y estopines de artilleria. El cartucho es de fusil Berdan español  localizado en el la posición carlista de Montaño. Fotografía propia.

Sería importante que los responsables municipales y autonómicos hiciesen sondeos arqueológicos en esas fincas y en otras cercanas, antes que las obras modernas acaben con los últimos restos. En ellas miles de hombres pudieron ser enterrados tras dar su vida por unas creencias no tan distintas a las que  nos enfrentan hoy en día, la lucha eterna entre la izquierda liberal-republicana-laica y la derecha conservadora-monárquica-religiosa.

FUENTES CONSULTADAS.

Paz en la guerra. Miguel de Unamuno. 1875.

Muskiz. Aproximación a su historia.– Fernando Juarez, Ikaki García, Antonio Morquillas y Bene Fernández. Bilbao 1992.

Abanto y Zierbena.-  José Antonio Romero Onaindia. Bilbao 1995.

Revista TRUEBA.-  nº 8 2018. Muskiz (Bizkaia).

Batallas de Somorrostro, 1874; viejas guerras nuevas tecnologías.– Jesus Angel Arrate Jorrin, Alberto Rubio Olmedo y Angel Astorqui Hernandez. KOBIE Serie Paleoantriopología nº 33. Bilbao 2014.

http://km-130.blogspot.com/2012/12/paz-en-la-guerra-escenarios-de-la.html

Memoria. Las batallas de Somorrostro. http://www.muskiz-liburutegia.org/1874/arrate.html

http://mikelatz.blogspot.com/2017/04/campana-de-somorrostro-la-batalla-de.html

El Estandarte real : revista político militar.- Año II. Nº 12 , marzo 1890. Barcelona.

«La Ilustración Española y Americana». Año XVIII, Número XVII.

Atlas topográfico de la narración militar de la Guerra Carlista de 1869 á 1876.- Cuerpo de E.M. del Ejército. Biblioteca Digital Hispánica- Biblioteca Nacional de España.

Reproducción del panorama de la Guerra Civil en el Norte-  Litografía del Comercio (Madrid). Forman parte de la obra de Plá y Pellicer Madrid, [1875]. Ejecutado por los artistas Plá y Pellicer. Editado por J. Pi y Margall.

https://www.elcorreo.com/bizkaia/margen-izquierda/abanto-revive-sabado-20180524191719-nt.html

https://harresi.org/2018/05/30/recreacion-la-batalla-de-somorrostro/

Historia Contemporánea. Segunda parte de la Guerra Civil. Pirala A. Tomo 3, parte 3, 1893.

http://www.bizkaia.eus/lehendakaritza/Bao_bob/2018/07/25/I-725_cas.pdf?hash=9687cefa98b36da73b471680c2997f69

 

 

 

 

 

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