ARMAS QUIMICAS Y BACTERIOLOGICAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.

Lo que no nos mata, nos hace más fuertes.


Aiyoa Arroita Lafuente & Jesús Pablo Dominguez Varona.


 

¿El coronavirus (COVID-19) arma de guerra?

En muchos medios de comunicación se viene afirmando que el origen del mismo coincide con los VII Juegos Militares Mundiales, que se celebraron en China entre el 17-28 de octubre de 2019 y culpa de ello a alguno de los 300  soldados que formarón parte de la delegación  norteamericana, que curiosamente estuvieron alojados en Wuhan  muy cerca del mercado donde se detectó el primer caso de coronavirus.

Afirman que bien por accidente o a propósito,  se dejó libre el virus para probar su mortandad y crear  después de la epidemia un vasto y  sustancioso mercado de vacunas. Además se dice que una de las causas más importantes sería el acabar o ralentizar el poder económico emergente del país asiático, principal competidor de los E.E.U.U.

El 12 de marzo, Lijian Zhao, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, publicó un video donde de Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sugiere que algunos estadounidenses que murieron de gripe en realidad podrían haber fallecido por culpa del COVID-19.

¿Podría ser el Ejército de los EEUU el que trajo la epidemia a Wuhan?

La historia fue retomada por varios medios, incluido The New York Times y Business Insider, pero impulsada también en otras regiones, como Rusia e Irán. La afirmación generó una llamada de atención del Departamento de Estado, al convocar al embajador chino en los Estados Unidos para protestar contra los comentarios de Beijing.

Hoy mismo, domingo 22 de marzo, el diario vasco Naiz, vuelve sobre el tema publicando un artículo de opinión, firmado por Jesús Valencia y titulado «Sospechas fundadas».

Bacterias y virus para la guerra.

El uso de virus con fines armamentísticos no es nuevo y muchos paises trabajan en varios tipos y modelos actualizados y mutados tecnológicamente para evitar la competencia.

En este reportaje vamos a tratar los orígenes de las armas químicas en la guerra civil y los proyectos que existían para usar por primera vez virus de enfermedades para uso bélico. Los gases y sustancias tóxicas fueron utilizados por los dos ejércitos enfrentados, a pesar de que el ganador afirme lo contrario. La prueba está en los documentos y en las necesidades que tenían de protegerse los que se veían como posibles víctimas de ello.

27«Organización contra los gases».

Biblioteca Digital Hispánica. Signatura. GC-CAJA/58/2.

ORIGEN DE LAS ARMAS BACTERIOLOGICAS Y QUIMICAS.

Las armas bacteriológicas.

El origen de las armas biológicas también es muy antigüo. La primera referencia histórica nos cuenta que fue Sexto Julio Frontino (alrededor del año 90 d. C.) el que menciona acciones militares variadas consistentes en: introducir enjambres de abejas en los túneles, lanzar contra las naves enemigas recipientes llenos de serpientes venenosas, dejar libres fieras hambrientas contra los sitiados, lanzar dentro de las murallas carroña de animales en descomposición, etc.

En el continente americano hay dos casos documentados de presuntas e intentadas guerras con gérmenes. El primero, durante un parlamento en Fort Pitt el 24 de junio de 1763, Ecuyer dio a los representantes de los asediantes Delawares dos mantas y un pañuelo que había sido expuestos a viruela, esperando que extendieran la enfermedad a los nativos con intención de terminar con el asalto. William Trent, el comandante de la milicia, dejó registros que claramente indicaban que la propuesta de darles las «cobijas» (mantas) era “para transmitir la viruela a los indios”.

El segundo sucedió durante la Guerra de Secesión Estadounidense, cuando el general Sherman reportó que las fuerzas Confederadas dispararon animales de granja en los estanques de los que la Unión dependía para tomar agua.  La intención era la contaminación del agua, aunque la realidad es que los riesgos de salud provenientes de cadáveres humanos y de animales, que no murieron de enfermedad, son mínimos.

Y en época más reciente, durante la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Imperial Japonés bombardeó Ningbo con bombas de cerámica llenas de pulgas cargadas con la peste bubónica. Durante los Juicios de Crímenes de Guerra los acusados, tales como el General Mayor Kiyashi Kawashima, testificaron que desde 1941 unos 40 miembros de la Unidad 731 arrojaron desde el aire pulgas contaminadas con peste en Changde. Estas operaciones causaron brotes epidémicos de peste.

Las armas biológicas se dividen en dos tipos, las que usan bacterias y virus.

Las bacterianas usan organismos microscópicos que viven libremente y que se reproducen por división simple y son fáciles de cultivar. Las enfermedades que producen a menudo responden al tratamiento con antibióticos.

Y las viricas requieren organismos vivientes para reproducirse. Los virus provocan enfermedades que no responden a antibióticos; no obstante, los antivirales son eficaces.

Han existido programas de investigación genética para producir las llamadas «quimeras», virus recombinados que tienen las características de varios antecesores.

Las armas químicas.

Las armas químicas han sido usadas desde la más remota antiguedad, principalmente en la Edad Media, en muchas partes del mundo, pero la «moderna» guerra química comenzó durante la Primera Guerra Mundial, aunque el primer país de la historia en usar masivamente estas armas fue España en 1925 durante la guerra del Rif. En la contienda contra los rifeños empleó masivamente en sus ataques el gas mostaza, lanzado al enemigo mediante proyectiles de artillería o bombardeos aéreos.

Inicialmente sólo se usaban conocidos productos químicos comerciales y sus variantes. Esto incluía el cloro y el gas fosgeno. Los métodos de dispersión de estos agentes durante el combate eran relativamente poco precisos e ineficientes, principalmente a través del propio movimiento del aire.

El primer país en utilizar las armas químicas durante la Primera Guerra Mundial fue Francia con el empleo de granadas rellenas de gas lacrimógeno (bromuro de xililo) en agosto de 1914.

Posteriormente Alemania respondió perfeccionando la técnica, comenzando una escalada en el uso de gases letales por ambos bandos. Al principio simplemente se abría los recipientes de cloro a favor del viento y se dejaba que éste lo transportara hasta las filas enemigas. Poco después, los franceses modificaron su munición de artillería para contener fosgenos, un método mucho más efectivo que se convirtió en el principal método para emplear estas armas.

img_jmarting_20191128-152624_imagenes_lv_terceros_armas_quimicas_igm_lanzadores-k35B-U471929327250EZG-992x558@LaVanguardia-Web «Cargando una bateria de gas Livens». Iª Guerra Mundial.

https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20191130/471929327250/armas-quimicas-igm.html

ARMAS QUIMICAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.

Morten Heiberg, autor de varios libros sobre la guerra civil y la participación italiana,  ha reconstruído con detalle la tentativa del empleo de armas químicas italianas por el bando franquista durante la guerra civil española. Ha utilizado documentación hasta ahora inaccesible, como la de los servicios secretos italianos y aporta nuevas y sorprendentes evidencias que nos permiten conocer, entre otras cosas, que Italianos y españoles conocían ya desde hace muchos años el poder de las armas químicas por haberlas empleado en sus guerras coloniales africanas de Abisinia y Marruecos. Franco y Mussolini consideraron seriamente, a fines de 1936, la posibilidad de usarlas contra los republicanos españoles como una gran solución para sus planes militares.

Ambos concebían la guerra química como una solución barata y rápida para sus  planes militares. Franco había pedido al Duce “algo contundente” para responder a un supuesto ataque químico republicano en el frente de Zaragoza en octubre de 1936. A su solicitud Mussolini envió gas tóxico a España, pero éste se quedó custodiado por el ejército italiano venido a España como CTV (Corpo Truppe Volontarie) . Se dice que su falta de uso obedeció a varias razones, entre ellas ninguna humanitaria. La principal fue la falta de datos sobre las reservas de gas tóxico en manos republicanas, por temor a represalias,  y una posible pero segura y eventual escalada bélica del ejército de Franco. Ello vulneraría la prohibición de uso de armas químicas del protocolo de Ginebra. Además había la complejidad de entrega y control del gas tóxico de Mussolini a Franco.

Los republicanos también tenían armas quimícas y se tiene constancia de su uso en por lo menos un caso cercano, en Las Merindades de Burgos.

Carlos Chamorro Rodríguez, jefe del Grupo de Desactivación de Explosivos y Defensa NRBQ de la Guardia Civil de Burgos, asegura en un ensayo que el único punto de España en que hubo ataques químicos durante la Guerra Civil fue en Cilleruelo de Bricia (Burgos). Así lo anuncia Diario de Burgos en su edición digital del 27 de octubre de 2017. «En Cilleruelo de Bricia, entre el 30 de junio y el 26 de julio de 1937 la artillería republicana lanzó 200 proyectiles con carga química a la zona sublevada».

El ataque con armas químicas en Bricia.

El episodio bélico a que se refiere, es una acción militar republicana para tratar de contener el avance de los rebeldes de la 62 División al mando del teniente coronel Sagardía hacia el norte (Cantabria y el País Vasco, aún del lado republicano), para tratar de formar un frente estable y unir esa zona con la de Levante. El plan consistía en distintos choques militares a lo largo del frente existente entre Villarreal  (Alava) y La Lora (Burgos).

barrio cillerueloBarrio de Bricia desde el Castro de Barrio. Al fondo Cilleruelo de Bricia.

http://elcorreodelasmatas.blogspot.com/2013/09/todos-eramos-blancos-la-guerra-civil-en_7.html

«Según el informe facilitado por el Cuerpo Antigás de Toledo, las granadas lanzadas por el enemigo contenían Yperita, cloro y fosgeno. Siendo estos de fabricación inglesa y de calibre 105 y 127». (José María Manrique y Lucas Molina. «Las armas de la Guerra Civil española». Madrid 2006).

Las crónicas aseguran que el propio Sagardía tuvo que guardar cama durante dos días en el Hospital Militar de Vitoria. Con él sufrieron los efectos de los gases 170  soldados y la mitad de los oficiales al mando.

La única prueba real de este ataque se presentó, como parte de la propaganda política de guerra que practicaba el ejército sublevado, en la Gran Exposición de armas capturadas al enemigo realizada en el Kursaal de San Sebastián en 1938. En ella se presentaron los restos y el gráfico de un proyectil de artillería para piezas Krupp de 105 mm. cargado con trilita (explosivo), arsina (estornudógeno) y cianuro de Bromobencilo (lacrimógeno), recuperado de las posiciones de Cilleruelo de Bricia. También mostraron varios proyectiles de 127 mm. pero sin especificar si estos llevaban carga explosiva o química.

FOTO 07Esquema del proyectil de 105 mm. sistema Krupp expuesto en la exposición del Kursaal.

http://muntanyesdelaguerra.blogspot.com/2015/01/el-aliento-del-diablo-defensa-antigas.html

Dicha exposición creó un informe que fue publicado en el libro «Exposición de guerra tomado al enemigo», (San Sebastián, agosto 1938. Publicación del Ministerio de Asuntos Exteriores) donde enumera, sin ninguna garantia real, los ataques químicos por parte del ejército republicano hacia el ejército rebelde. Además el Servicio de propaganda publicó varias fotografias del mural que contenía el resumen de esas acciones y que podemos ver más abajo.

En primer lugar de la lista aparece un supuesto ataque sobre el Alcazar de Toledo el 8 de agosto de 1936, relizado desde un avión y del que se desconoce el número de proyectiles empleados.

En último lugar aparecen los ataques sobre Cilleruelo de Bricia divididos en fechas concretas y número de proyectiles empleados por la artillería republicana.

30 junio 1937: 20 proyectiles
4 julio 1937: 20 o 25
5 julio 1937: 16
6 julio 1937:40 a 50
21 julio 1937: 35 al 40
23 julio 1937: 28
24 julio 1937: 10

1«Cuadro de resumen de agresiones con gases toxicos. Exposición de Guerra. San Sebastián 31 de agosto de 1938″.

Biblioteca Digital Hispánica. Signatura. GC-CAJA/58/2.

Según sus propios números, se lanzaron un total de 189 proyectiles en el mayor de los casos y 169 en el menor, a pesar de que se afirma que fueron 200.

La verdad que tan malo es 1 que 200, pero la desinformación y propaganda en la guerra es tan válida y letal como las propias bombas.

Tan pronto como se supo que los soldados republicanos habían utilizado armas con gases asfisiantes, rápidamente La Republica Española se apresuró en anunciar que se había tratado de un error y que había sido corregido inmediatamente. El asesor en jefe soviético Voronov dijo: La artillería republicana utilizó en una ocasión granadas de gases, excedentes de la Primera Guerra Mundial y el error fue corregido inmediatamente por el propio asesor.

La web, Les Muntanyes de la Guerra «Gebal» en el  artículo «El aliento del diablo. Defensa antigás durante la batalle de Levante, 1938» de José Vicente Moya Julve nos informa sobre este tema:

«Otro informe que corrobora esta teoría es el informe emitido por Don José Mª Martín Cañedo, licenciado en químicas, de la Sección Antigás de la Jefatura de Artillería, enviado a reconocer la batería capturada en Cilleruelo: Ocupados los asentamientos de la batería que había efectuado dicho ataque, se me ordenó que examinara las municiones capturadas, quedando asombrado del desorden que entre ellas imperaba. Los proyectiles, de varios tipos, oxidados, faltos de pintura y marcas de identificación, estaban revueltos sin poder saberse cuales eran unos u otros, encontrándose mezclados entre ellos incluso de instrucción. Me quedo la impresión que los rojos habían utilizado granadas cargadas con gases sin saber realmente que lo eran».

Investigaciones periodísticas sobre las armas químicas y biológicas.

Investigaciones de periodistas italianos revelan que el fascismo desarrolló primero en Abisinia, la guerra química a base de gases letales. Los periodistas antifascistas tenían que guardar silencio o escribirlo fuera de Italia, cosa que ya habían hecho tanto, el escritor sudafricano George L. Steer como el Dr Junod.

Al periodista L. Steer en “Cesar in Abissinia”, le calificaban de «criminal inglés, corresponsal en la guerra de Etiopía que había difamado a los supervivientes y a los caídos en Africa» y el periódico “Il Reduce d´Africa” (El Veterano de Africa) dedicaba un editorial con el título “Vientos locos de Antipatria” a Steer y Junod. Ya antes el periodista Herbert L. Matthews había pronosticado lo que podía pasar a Italia si se metía en la Guerra Civil del lado de Franco.

Estos tres periodistas eran admiradores de la causa vasca antifascista y habían compartido sus simpatías por las acciones de guerra protagonizadas por los gudaris y milicianos en los montes de Euskadi.

Jon Melly, conductor de ambulancia entre el frente y los hospitales de campaña, les había servido de testigo directo de la visión de heridas de armas químicas y gases de los heridos por la aviación legionaria italiana.

A finales de noviembre de 2009 se publica en Italia el libro titulado «Veleni di Stato» (Venenos de Estado), escrito por el periodista Gianluca de Feo y redactor jefe de la revista italiana L’Espresso. En el se reconstruye la historia terrible y sistemáticamente silenciada por varias generaciones de políticos, historiadores y militares de las grandes potencias.

Los informes, a los que tuvo acceso, dicen que entre 1935 y 1945 el laboratorio microbiológico de Celio en Roma experimentó y produjo a gran escala armas químicas y bacteriológicas de efectos letales. De Feo revela que Benito Mussolini puso en marcha un plan genocida y planeó construir 46 plantas químicas y destilar 30.000 toneladas de gas anuales.

Cotejando decenas de documentos inéditos depositados en el National Archive de Londres como informes de inteligencia, papeles diplomáticos, actas de reuniones de gobierno, intervenciones privadas de Winston Churchill, el periodista ha calculado que el régimen fascista produjo entre 12.500 y 23.500 toneladas de gas letal cada año durante la II Guerra Mundial (1939 a 1945) y probó algunos de ellos en la guerra civil española de 1936 a 1939.

Uno de los documentos localizados detalla el que podría ser el único acto de guerra bacteriológica registrado en Europa. El mismo aporta los primeros rastros documentales y testimonios que prueban que el régimen fascista (1922-1942) de  Mussolini experimentó y produjo armas bacteriológicas con virus y bacterias transformadas e introducidas en bombas de artillería. Al explotar en las trincheras, los virus contagiarían rápidamente a los soldados, enfermándolos gravemente sin saber por qué, causando la muerte de muchos de ellos.

Según sus investigaciones, un grupo selecto de científicos, guiados por un veterinario fascista, el coronel Morselli, apodado «El Doctor Germen», incubó decenas de bacilos raros y de eficacia diabólica en el laboratorio militar romano.

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Libro Veleni di Stato (Venenos de Estado). BUR Biblioteca Univ. Rizzoli. Italia 2009

Entre los documentos hallados por De Feo hay uno, muy novedoso, que se refiere a España. Se trata de un escrito a máquina fechado el 3 de agosto de 1944 que mostraría que Mussolini no se conformó con hacer experimentos teóricos, ni con mandar cerca de 70.000 soldados en apoyo de Franco, junto a cientos de aviones y material bélico, sino que probó sobre el terreno sus armas bacteriológicas en la Guerra Civil española.

El secreto fue confirmado por el médico y  científico  Ugo Cassinis,  quien nombró a un grupo de investigadores enviados a Roma para interrogar a los oficiales fascistas de Mussolini, que colaboraban con el III Reich alemán en el uso de las armas finales de Hitler.

Cassinis que fue máximo responsable del Hospital Militar de Celio, laboratorio secreto de Mussolini entre 1939 y 1942, confesó que el ejército italiano había llevado a cabo ese ambicioso y macabro programa de armas químicas y bacteriológicas y que había lanzado esporas del virus del tétanos contra la población republicana.

En su declaración, el profesor no facilitó detalles ni indicaciones precisas de lugar o fecha. Su mención señala que las bacterias se «extendieron sobre el terreno para intentar contagiar el tétanos al enemigo», y añade que cree que «los resultados del tétanos fueron eficaces pero otros no fueron alentadores», pero admite que no tuvo «un conocimiento definitivo» sobre eso. Además, afirma que las tropas italianas habían sido «inmunizadas contra el tétanos».

Aparte de citar el bacilo utilizado, Cassinis aportó otros datos. Habló de «esporas mezcladas con glass particles, partículas de cristal», un método utilizado todavía hoy,  «para alargar la vida de gérmenes y vacunas, que es la aproximación ideal para construir una bomba bacteriológica experimental».

El testimonio del Dr Cassinis, superior del Coronel Morselli (el Dr Germen), confirmaría el único acto de guerra bacteriológica registrado nunca en Europa, que demostraría el carácter de laboratorio y campo de pruebas del conflicto bélico en España, no solo en armas nuevas, sino en los orígenes de las víricas.

El coronel Morselli negó con rotundidad ante los aliados que hubieran usado el tétanos y calificó las afirmaciones del Dr Cassinis como «ridículas». Tenía sus razones, explica el periodista De Feo: «El Doctor Germen no era ningún ingenuo ni menos inocente; se había sumado a los hombres de la República de Saló que se habían rendido en 1942 y era prisionero de los aliados. Sabía perfectamente que los venenos bacteriológicos como experimento estaban controlados por las convenciones internacionales e investigar con ellos no era un crimen de por sí, pero usarlas para contaminar a los enemigos republicanos españoles, a los etíopes o en cualquier contienda era un crimen, y cederlas luego a Hitler un doble crimen de genocidio».

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«Material de guerra cogido al enemigo en avance de nuestras fuerzas en Carabanchel».

Biblioteca Digital Hispánica. Signatura. GC-CAJA/58/2.

La opinión de los ententidos.

Diversos historiadores italianos y españoles consultados por el diario L´Espresso coinciden en dar verosimilitud tanto al documento inédito escrito en italiano a máquina como al contexto y la interpretación que traza el escritor Gianluca De Feo. «Sería una información enfermiza, absoluta, pero no me extrañaría nada que fuese verdad», afirma Lucio Ceva, historiador de la Universidad de Pavía. «Los fascistas eran capaces de cualquier aberración. Eran una banda de delincuentes, sólo rebajada por su desorganización, pero sus intenciones eran siempre pérfidas. Ya habían usado antes gases tóxicos, en Etiopía contra el Negus en la campaña por la conquista de Africa Oriental, por ejemplo». Recuerda además que «Los bombardeos de Barcelona y el de la pequeña ciudad vasca de Durango en 1937 porque fueron los más feroces de la Guerra Civil, solo menos precisos que los de la Legión Cóndor alemana y sabemos además que Mussolini envió también a España armamento químico, aunque al parecer no fue usado finalmente «.

Julián Casanova, catedrático de la Universidad de Zaragoza, opinaba que el hallazgo del documento secreto en el archivo londinense es «importante y novedoso, y se debe completar del todo con investigaciones que analicen, por ejemplo, la incidencia del tétanos en los lugares donde hubo tropas italianas, contra la República española. La batalla de Guadalajara por ejemplo».

El autor De Feo en “Venenos de Estado” sugiere que «las ojivas llenas de esporas debieron ser lanzadas por  artillería ligera italiana». Y recuerda que, en la zona republicana, el tétano llegó a representar una verdadera emergencia, casi una epidemia. «Hubo incluso recogida de fondos pro- República organizadas por los sindicatos en Irlanda y en Francia para comprar sueros protectores».

Gabriel Cardona, especialista en historia militar, explicaba que el episodio «tendría muchísima relevancia» porque apoyaría «una tesis bien documentada: Mussolini quería acabar la Guerra Civil él mismo, que la República se le rindiera y lo antes posible, ya que el coste político era cada vez más alto y veía que Franco no tenía prisa». Tras el desastre de Guadalajara, Franco le gastó al Duce «varias malas pasadas y se burló de los voluntarios italianos», recuerda Cardona. “Se odiaban cordialmente como buenos aliados”. Ambos se despreciaban sin disimulo. «De hecho, Mussolini había facilitado los primeros aviones italianos al general  Mola en la guerra de España contra Marruecos  y un enorme contingente de tropas italianas en trasatlántico hasta Cádiz sin que Franco lo supiera».

El fantasma de la guerra química y bacteriológica agitó el miedo de mucha gente en los años veinte y treinta. José Andrés Rojo, autor de la biografía del general Rojo y nieto suyo, recuerda haber visto en los archivos de su abuelo papeles sobre armas químicas, tal como menciona el libro de De Feo.

El historiador inglés Kim Coleman, en su «Historia de la Guerra Química», citó una ofensiva republicana, en agosto de 1936 en la Sierra de Guadarrama, con granadas lacrimógenas, a la que siguió una posterior represalia franquista sobre Madrid con proyectiles asfixiantes.

Jan Medema, experto holandés en armas químicas, probó que Italia envió a los sublevados de Franco municiones con cabezas cargadas de gas, extremo que confirmó en los años noventa el propio Alto Estado Mayor italiano (Alberto Rovighi e Filippo Stefani, en “La partecipazione italiana alla Guerra civile spagnola», Ufficio storico dello Stato maggiore dell’Esercito, 1992). Este libro da carácter verosimil a la presencia de diversas compañías químicas entre la masiva expedición de los tres ejércitos de  Franco y los camisas negras (30.000 de ellos voluntarios) enviadas por Mussolini a España. Los camisas negras eran el equivalente italiano a los camisas azules del cuerpo paramilitar fascista de la Falange español.

3D3D49BD-A0BB-EFC6-8FA3E8BCB090D575Máscaras antigás y munición encontradas en la provincia de Burgos y conservadas en el cuartel de la Guardia Civil. – Foto: Tomás Alonso. https://www.diariodeburgos.es.

El citado Carlos Chamorro, de la Guardia Civil de Burgos, insinúa en el Diario de Burgos la teoría de que los que comenzaron el uso de armas químicas fueron los republicanos, una provocación, un intento casi desesperado viendo que la guerra se decantaba hacia el lado contrario, para que el bando sublevado reaccionara utilizando asimismo y con mayor contundencia, armas químicas. Ello provocaría la condena internacional y una intervención internacional que modificara en favor de los republicanos el curso de la guerra. Su opinión es que su utilización hubiera ocasionado «una respuesta contraria de las potencias mundiales a los intereses de los denominados nacionales, si hubieran usado agresivos químicos de guerra y la posibilidad de una escalada bélica en este sentido, fue lo que ocasionó la no respuesta».

Por ultimo sostiene que no se encontraba ninguno de los contendientes de la Guerra Civil preparado para resistir un ataque químico con garantías de respuesta. «Se carecían de unidades suficientes de lucha contra gases. No había medios suficientes de protección para los combatientes, ni capacitación de éstos para soportarla. La fabricación o importaciones no habrían podido soportar un uso durante el conflicto, máxime cuando el material italiano se encontraba exclusivamente en manos del Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV)».

¿Solamente uso de armas químicas?

La verdad es que ambos ejércitos enfrentados tenían armas químicas.

La web Frente de Batalla publica un interesante artículo de Javier M. Calvo Martínez titulado «Guerra Química» (20.02.2018) que dice en algunos párrafos:

«España comenzó a producir agresivos químicos durante la década de los años 20 en las fábricas de La Marañosa (actual término municipal de San Martín de la Vega) y de Melilla. Este armamento fue empleado por el ejército español durante la guerra de Marruecos. La campaña de bombardeos con gases tóxicos en la lucha contra las tribus rifeñas se planificó a partir del Desastre de Anual (agosto de 1921), y se prolongó hasta 1927, siendo el periodo de mayor intensidad el comprendido entre los años 1924 y 1926, en plena dictadura de Primo de Rivera.

«Durante la Guerra Civil se producen algunos episodios puntuales en los que parece estar probada la utilización de agresivos químicos, pero siempre de manera esporádica, muy limitada y podría decirse que anecdótica. No obstante, el temor a que se emplease este tipo de armamento de manera generalizada fue constante a lo largo de toda la contienda, lo que provocó que ambos ejércitos compraran y fabricaran importantes cantidades de agentes agresivos y creasen sus respectivos servicios especializados en defensa contra gases tóxicos.

También se importaron y fabricaron decenas de miles de máscaras antigás, que se distribuyeron de manera masiva entre las fuerzas de choque y las unidades que cubrían la línea de frente. Un ejemplo de todo ello lo constituye el dato recogido por L. M. Franco y J. M. Manrique en su libro “Armas y Uniformes de la GCE” (Susaeta Ediciones, p. 205) respecto a que, en diciembre de 1937, el Ejército del Centro republicano contaba ya con 116.073 máscaras antigás, y seguía reclamando más unidades para poder dotar de las mismas a todas sus brigadas».

21«Frente del Centro». Soldados republicanos con máscaras antigás.

Biblioteca Digital Hispánica. Signatura. GC-CAJA/58/2.

Es nuevamente José Vicente Moya Julve y su artículo «El aliento del diablo. Defensa antigás durante la batalle de Levante, 1938»  de la web Les Muntanyes de la Guerra «Gebal»  quien nos aclara varios conceptos sobre este tipo de armas y nos da más información relevante.

«Pocos días después del Alzamiento, y antes de acabar julio de 1936, el Gobierno Republicano tomo la decisión de fabricar gases de guerra, nombrando como nuevo director de la fabrica de gases, La Marañosa, a Francisco Giral, hijo del primer jefe del Gobierno de la Republica después de la sublevación».

El ataque republicano sobre los sitiados en el Alcazar de Toledo de agosto de 1936 y el que sería uno de los posibles ataques con armas químicas por parte de los sublevados, un probable bombardeo con gas lacrimógeno de las columnas rebeldes que avanzaban hacia Madrid el 3 de septiembre de 1936, provocó que ambos contendientes se preparan rápidamente para tratar de protegerse con los medios que fuera de esa arma.

«En octubre de 1936 El ejército rebelde organiza en Sevilla el primer Equipo de Neutralización de Guerra Química, a cargo del farmacéutico Raimundo Blasco Llorente, que se incorporó a la columna que marchaba hacia Madrid, al mismo tiempo que se empezó a distribuir 8500 tubos de pomada contra los efectos de la Yperita. Por su parte el Ejército Republicano creaba en diciembre de 1936 el primer Batallón Antigás, cuyo acuartelamiento se encontraba en el colegio de sordomudos del paseo de la Castellana nº 71. Por su parte el Gobierno Vasco crea por estas fechas un Batallón Antigás de Gudaris».

Prueba de ello son las fotografías que existen en los archivos en las que aparecen soldados de ambos ejércitos con mascaras antigás. En el archivo de la Biblioteca Nacional, Biblioteca Digital Hispánica aparecen varios archivos con imágenes de ese tipo.

En primer lugar tenemos el llamado «batallón  antigás» del ejército republicano, recibiendo clases prácticas del uso de las máscaras en el Frente de Madrid, en el Sector del Jarama, Frente del Centro, Escuela práctica de Barcelona y regulares con máscaras contra los gases, para la defensa de un ataque biológico o químico.

19«Batallón antigás».

Biblioteca Digital Hispánica. Signatura. GC-CAJA/58/2.

La siguiente fotografía es del mismo lote y archivo, solamente que los que portan las mascaras antigás son soldados soblevados.

33«Regulares con máscaras contra gases».

Biblioteca Digital Hispánica.  Signatura. GC-CAJA/58/2.

 

La Sección Anti Gas en el Ejército de Euzkadi.

Por su parte, el Gobierno de Euzkadi y su Departamento de Defensa creó durante la guerra civil,  dentro del Ejército Vasco, una grupo militar llamado «SECCION DE DEFENSA ANTI-GAS». El Archivo Histórico de Euskadi- Euskadiko Artxibo Historikoa guarda copias de sus nóminas, incautadas por el ejército sublevado tras la caída de Bilbao en junio de 1937. En una de ellas, perteneciente a una primera quincena de mayo de 1937 tenemos a 32 alumnos (posiblemente oficiales) y 24 capitanes instructores en el Cuartel de Oficiales de Guerra Química de Portugalete (Bizkaia).

Portada archivo nóminas y sello oficial de la Sección de Defensa Anti-Gás, correspondientes a la nómina del mes de mayo de 1937.

Archivo Histórico de Euskadi- Euskadiko Artxibo Historikoa. Archivo Histórico del Gobierno Vasco. Fondo del Departamento de Defensa. CAJA 110 EXPTE 1

La Sección Anti-Gas tiene al mando al Comandante Rafael Gamez, ayudado por el Comandante Intendente Enrique de Aleibar y el Teniente Carmelo Martínez. En Julio, tras la pérdida de Bilbao, Enrique Aleibar es el Comandante Inspector y el Comandante Jefe es J.M Epalza, quien dirigía la unidad desde el Cuartel de Guerra Química de Laredo (Cantabria).

En la nómina de julio de 1937 el «batallón» lo forman 69 personas, entre Plana Mayor y personal del cuartel y la oficialidad de 59 capitanes instructores, la suma de los profesores y los alumnos que el mes anterior estaban haciendo prácticas.

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Sección recortada de la nómina de la Sección de Defensa Anti-Gás del mes de julio de 1937 en la que aparecen los mandos y oficiales del mismo.

Archivo Histórico de Euskadi- Euskadiko Artxibo Historikoa. Archivo Histórico del Gobierno Vasco. Fondo del Departamento de Defensa. CAJA 110 EXPTE 1

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Sellos oficiales de la Sección de Defensa Anti-Gás, correspondientes a la nómina del mes de julio de 1937.

Archivo Histórico de Euskadi- Euskadiko Artxibo Historikoa. Archivo Histórico del Gobierno Vasco. Fondo del Departamento de Defensa. CAJA 110 EXPTE 1

La función de ésta secccion militar del Ejército de Euskadi es la de instruir a otros oficiales y llevar a cabo programas e intervenciones en protección de armas químicas. El Gobierno Vasco no uso ningún tipo de armas químicas durante la guerra contra los sublevados, a pesar de que principalmente los italianos, podrían haber llevado bombas con gases tóxicos y que por alguna causa no utilizaron. Por lo menos no tenemos noticias de ello hasta el momento.

Para uso de la Sección Anti-gás del Ejército Vasco principalmente, y del resto de la tropa en general, el Gobierno Vasco mandó hacer a las industrias militarizadas ropa y complementos necesarios contra los gases asfixiantes. La empresa más importante, que ya hacía cartucheras, correajes, tiendas de campaña, trajes de agua, etc, para el Gobierno Vasco fue Gomas Garay. Esta industria, que estaba asentada en Retuerto-Barakaldo (Bizkaia), hizo con toda probabilidad los trajes de protección antigás, pues ya tenían una amplia experiencia y tecnología en elaborar y producir, a gran escala, textil engomado con calidad suficiente.

En la exposición que el ejército sublevado realizó en el Kursaal de la capital gipuzkoana en agosto de 1938, con todo el material bélico que había cogido a «los rojos»,  mostró dos trajes elaborados y tomados al ejército vasco-republicano en el frente de Bizkaia. En una fotografía de la Biblioteca Digital Hispánica, que sirvió de propaganda contra los rojo-separatistas, aparecen esos dos trajes, uno en color claro o verde y otro oscuro, posiblemente negro, con varias mascaras antigás a los lados.

9«Aspecto de la instalación de la sección contra gases. Exposición de Guerra. San Sebastián 31 de agosto de 1938».

Biblioteca Digital Hispánica. Signatura. GC-CAJA/58/2.

«Traje antipirético (sic) fabricado en Euzkadi» y mascara antigás de fabricación vasca.

El traje de http://www.sbhac.net/Republica/Imagenes/Temporales/Kursaal/GCE_Sbhac_ImagenesHistoriaEspana_Kursaal.pdf

La mascara antigás de José- Karpetano.

Durante la Batalla de Bizkaia, en varias ocasiones, el ejército vasco-republicano hicieron capturas de material bélico a los italianos y así lo publicaban en la prensa, como parte de la propaganda política propia. Sin embargo en esas fotografías no aparece ningún arma química, tan sólo equipos de protección para ese tipo de armas.

Una de esas imágenes apareció  publicada en la revista gráfica semanal, del Eusko Gudarostea, Gudari nº 9 22-05-1937. La misma en blanco y negro nos muestra una caja de munición de proyectiles de origen italiano para mortero y una mascara antigás.

caja de bombas

«Caja portabombas, munición de morteros y careta de gases asfixiantes, pertenecientes al ejército regular italiano».

Revista Gudari nº 9 (22-05-1937)

El material expuesto forma parte del capturado a los flechas negras italianos en la batalla del Sollube en el frente de Bizkaia en mayo de 1937.

La tenencia de material tóxico e irritante por parte de los colaboradores de Franco, hizo estudiar y preparar al Gobierno Vasco para su prevención en combate. Ya hemos visto más arriba la creación dentro del Ejército Vasco, dependiente del Departamento de Defensa, la Sección de Defensa Anti-gas compuesta por oficiales para la instrucción y adiestramiento en protección química. Para ellos elaboró un temario para el conocimiento y estudio de los alumnos.

Dicho temario son las 9 páginas que se encuentran digitalizadas en el  Archivo Histórico de Euskadi- Euskadiko Artxibo Historikoa titulado «Lecciones sobre conocimientos teóricos y prácticos para el tratamiento de heridos por gases tóxicos (S.A)». No tiene fecha de elaboración, pero las nóminas nos informan que, por lo menos desde enero a julio de 1937, existió esa unidad.

collageInforme «Lecciones sobre conocimientos teóricos y prácticos para el tratamiento de heridos por gases tóxicos (S.A).

Archivo Histórico de Euskadi- Euskadiko Artxibo Historikoa. Signatura: 085_013

En el mismo hay una serie de conocimientos básicos sobre el tipo de gases toxicos, síntomas en los soldados enfermos y tratamiento a seguir para contrarrestar el efecto nocivo de los gases.

En el mismo archivo vasco hemos encontrado también varios documentos que demuestran la preocupación y la necesidad por tener material de protección antigás tanto para los soldados como para la población civil.

El primero es un Certificado fechado el 27 de diciembre de 1936, expedido por Rafael Fernandez Ramos, el cónsul de España en Burdeos, sobre un cargamento de 9 cajas de caretas antigás a bordo del vapor Ayamendi, que se envían via marítima de Burdeos a Bilbao.

cartaCertificado del Consul de España en Burdeos.

Archivo Histórico de Euskadi- Euskadiko Artxibo Historikoa. Signatura: 0039_019

El segundo de ellos es un Informe remitido por el consejero de Sanidad Alfredo Espinosa al consejero de Obras Públicas Juan de Astigarribía, sobre compra de máscaras antigás en Inglaterra, fechado en marzo de 1937. El mismo tiene por nombre «Referente al viaje a Francia e Inglaterra realizado por el Sr, Consejero de Sanidad en unión de los técnicos del Departamento, sobre la fabricación de caretas contra gases para la población civil». En el se detallan las gestiones para comprar material con el que fabricar, en Bizkaia, máscaras de protección dentro del programa de «Defensa pasiva» y una lista de los mismos, entre los que destacan carbón activo, celofán, lana o fieltro y 40 máscaras inglesas completas. Suponemos que estas máscaras serán para usar como modelo para la fabricación propia en industrias militarizadas vascas.

hoja comprarHoja con el pedido de la Consejeria de Sanidad del Gobierno Vasco para hacer máscaras antigás.

Archivo Histórico de Euskadi- Euskadiko Artxibo Historikoa. Signatura 0039_028

Y para terminar un telegrama enviado por  Julio Álvarez del Vayo, Ministro de Estado del Gobierno de la República (1936-37), a Indalecio Prieto, Ministro de Marina y Aire. En el escribe que el Embajador de España en México ha informado, que entre el material de guerra que transporta el “Mar Cantábrico” figuran 1.900 bombas de gases asfixiantes, que no pidió pero que han sido transportadas porque solicitó «todo el material de guerra que pudiera facilitarme».

Está fechado en Valencia el 23 de febrero de 1937 y lleva el membrete y sello del Ministerio de Estado con escudo de la República Española.

telegrama Telegrama que informa de las bombas de gases axfisiantes no solicitadas.

Archivo Histórico de Euskadi- Euskadiko Artxibo Historikoa. Fundación Indalecio Prieto. Signatura: AFIP/1// Caja22, Carpeta11, Subcarpeta10

Desgraciadamente el Mar Cantábrico fue abordado y capturado el 8 de marzo de 1937, en aguas del cabo Mayor en la costa cantábrica, por el crucero Canarias del bando sublevado y las bombas quedaron en mano de los rebeldes.

 

 


Fuentes consultadas.

Las armas de la Guerra Civil española. José María Manrique y Lucas Molina. Madrid 2006.

http://elcorreodelasmatas.blogspot.com/2013/09/todos-eramos-blancos-la-guerra-civil-en_7.html

https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20191130/471929327250/armas-quimicas-igm.html

http://es.globedia.com/guerra-biologica_2 (3.05.2016).

https://www.elnuevodiario.com.ni/especiales/64436-armas-secretas-mussolini-espana/ (20.12.2009)

https://elpais.com/diario/2009/12/13/domingo/1260679961_850215.html

https://www.diariodeburgos.es/noticia/z3d3d4756-b18d-2eba-ed64ffd1873b961e/20121027/armas/quimicas/burgos

rentedebatalla-gerion.blogspot.com/2018/02/160-guerra-quimica.html

http://muntanyesdelaguerra.blogspot.com/2015/01/el-aliento-del-diablo-defensa-antigas.html

https://dokuklik.euskadi.eus/badator/badatorbilatzailea

La improbable teoría de que el coronavirus es un arma biológica creada por Estados Unidos

https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/sospechas-fundadas?fbclid=IwAR1uuNQJTnqWwuB3uEnSGza3Uxa4gm6oq39q17rdOLm5lwf0dlTQZg7LEGY#.XneavQP7vSx.facebook

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